¿Plinio tenía razón? La fecha de la destrucción de Pompeya
¿Volvemos al 24 de agosto como fecha de la erupción que destruyó Pompeya? Nuevas investigaciones y datos parecen apuntar hacia esa propuesta pero, ¿cómo es posible si los restos arqueológicos apuntan al otoño? ¿No cuadra mejor el 24 de octubre? Vamos a analizarlo.
Hace unos días tuvo lugar un congreso en el Antiquarium de Boscoreale (los que habéis estado en mis viajes lo conocéis) en el que se ha vuelto a debatir sobre la fecha de la destrucción de las coudades del Vesubio en el año 79. La arqueóloga Helga di Giuseppe es la autora principal de la nueva propuesta que quiere devolver la fecha de la erupción a agosto del 79. Vamos a intentar resumir la problemática.
Las fuentes escritas
La única mención que tenemos de la fecha de la destrucción de Pompeya es una carta que Plinio el joven escribió a su amigo el historiador Tácito unos 30 años después de que ocurriera todo. La carta original de Plinio no se conserva (¡ojalá!). Lo que tenemos son diversos códices que la copiaron. La mayoría son del siglo XV y en ellos no aparece únicamente el 24 de agosto como fecha de la erupción, sino también otras como el 24 de octubre o el 23 de noviembre.

Por ello, ya desde el siglo XVIII ha habido controversia (si, no es algo que venga solo de hace unos años) sobre la verdadera fecha de la erupción. Esto es lo que nos dicen los textos, veamos qué dice la arqueología.
La arqueología
Cuando hacemos caso a los restos arqueológicos (que no pueden “mentir”) vemos que todo indica a que la erupción se produjo en otoño: Frutos como la granada, las nueces, los higos y tantos otros se encuentran a montones carbonizados en las excavaciones, gracias al increíble nivel de conservación de los yacimientos.

La vendimia aparece ya almacenada en los dolia de algunas de las villas del área vesubiana indicando, en el mismo sentido, que ya había llegado el otoño.

Se han hallado también montones de braseros en el centro de las estancias de muchas de las casas, indicando que el frío había comenzado a hacerlos muy necesarios. De nuevo, otoño.

Y las técnicas modernas para realizar los calcos han llegado a tal precisión que podemos ver que la gente iba abrigada ese día con prendas de lana como la que se puede ver en esta víctima de lana Villa de Cività Giuliana. También se han hallado incluso piezas de lana conservadas intactas gracias a la “protección” que les dio quedar sepultadas de forma repentina. Una vez más, los datos apuntan al frío otoñal.

Sin embargo, lo que más se suele comentar como evidencias son un grafito de carboncillo con fecha del 17 de octubre y un denario supuestamente acuñado en septiembre del año 79. Sin embargo, podemos descartarlos ambos. El grafito, como se ha demostrado de forma experimental, seguramente es de los últimos años antes de la erupción, pero podría haber aguantado más de un año en la pared de una casa en obras. En cuanto al denario, su mala conservación hacía compleja su lectura, pero un análisis más detallado reveló hace ya unos años que había sido mal identificado. Fue acuñado antes de agosto del 79.


Conclusión
Aun así, todo parece indicar que la erupción tuvo lugar en otoño y no en verano. Entonces, ¿por qué ahora se propone que esto no sea así? Te explico. Lo que se comenta ahora es que el Óptimo climático romano tendría la culpa de todo. Según esta nueva teoría, se habría producido una mejora de las temperaturas que habría producido que la maduración de los frutos se produjera antes. La vendimia se adelantara y así, todo los datos cuadrarían con una fecha de agosto.
Por otro lado, se plantea que el manuscrito más antiguo en el que aparece la fecha de la erupción, fechado en el siglo IX, lleva escrito el 24 de agosto. Esto, efectivamente, es cierto. Aquí puedes ver un fragmento del manuscrito, conservado en la Biblioteca secreta vaticana en el que se lee: nono kal septembris, nueve días antes del 1 de septiembre (siguiendo las cuentas inclusivas romanas) 24 de agosto.

Así que, después de todo, podríamos devolverle “la razón” a Plinio. La erupción del Vesubio pudo ser realmente el 24 de agosto. Sin embargo, no todo es tan seguro como parece. Este tipo de propuestas deben ser debatidas y no están exentas de problemas. Como la propia autora ha comentado, no todo termina de cuadrar. Si la temperatura era mejor en el óptimo climático romano: ¿cómo se explica que la gente fuera muy abrigada y que los braseros estuvieran ya dispuestos para el frío en agosto? Por cierto: aprovecho para recordar que el calendario no estaba desajustado en ese momento. El calendario juliano en el año 79 tenía una desviación de unos 3 días con respecto al nuestro.
Y aunque algunas fuentes clásicas podrían mencionar de forma tangencial cambios en las fechas de la recogida y el consumo de algunos frutos, otras tantas nos hablan de cómo la vendimia en el siglo I se producía en septiembre, lo que invalidaría esta propuesta.
En definitiva, nada tan seguro como parece y que lo más interesante es que podamos debatir y seguir construyendo el relato histórico, a partir de los datos con los que contamos. ¿La erupción tuvo lugar el 24 de agosto, pero en ese momento ya era otoño, lo que explicaría la idea de fecharla hacia finales de octubre? ¿ Por qué parecen no cuadrar algunos elementos fundamentales? Solo el tiempo y la investigación nos lo dirán. Por suerte, el debate no está ni mucho menos cerrado.