Munera gladiatoria, grandes espectáculos romanos
«Era el momento de las parejas. La bailarina y los músicos se habían retirado. La pequeña pista se hallaba vacía y desierta bajo el cálido sol de la mañana. Un silencio estremecedor y doloroso se instaló en el lugar, y los cuatro romanos, la dama y los tres caballeros, yacían sobre sus canapés bajo el toldo a rayas, bebiendo el rosado vino de Judea, a la espera de que los juegos comenzaran.» Howard Fast, Espartaco (1951).
Gaudete Romani! Estrenamos la nueva colección de camisetas de Antigua Roma al Día: MVNERA GLADIATORIA y por eso le hemos pedido a María Engracia Muñoz-Santos que nos descubra los secretos de los gladiadores en la antigua Roma, dentro y fuera de la arena del anfiteatro.
Poco sabemos sobre los munera gladiatoria o como más popularmente se conocen “espectáculos de gladiadores”. Desconocemos a ciencia cierta los antecedentes protohistóricos de las luchas de valerosos hombres, aunque algunos investigadores apuntan a que su nacimiento fue en la Campania -no en la Toscana de mano de los etruscos, tesis descartada desde hace ya décadas por los especialistas- y que podrían estar en relación con los duelos de los grandes héroes troyanos -recordemos juegos celebrados durante el funeral de Patroclo que Homero nos narra en la Ilíada-.
En Roma, la primera lucha entre parejas de gladiadores entendida como espectáculo -es decir, con espectadores- está documentada en el año 264 a. C., y se desarrolló en el Foro Boario, siendo organizada en honor de Junio Bruto Pera por sus hijos y celebrada durante su funeral. A partir de entonces las competiciones de gladiadores se generalizaron en las exequias. Así nació el concepto de munus -don o regalo- gladiatorium, es decir, un regalo que se hacía un difunto para que su alma descansase en paz y demostrar la gloria y honra de una gran familia romana al resto de la población.
Más tarde cambiaría el carácter de esta celebración, convirtiéndose en un espectáculo por derecho propio, popularizándose incluso su organización, que podía ser llevada a cabo por cualquiera que tuviese una amplia cantidad de dinero para hacerlo. Ofrecer un espectáculo mediocre era lo peor que podía ocurrir, pero organizar uno de gran calidad podía suponer endeudarse para toda la vida.
A partir de cierto momento, los motivos para celebrar un munus gladiatorium pasaron a ser los de conmemorar a un familiar fallecido -aunque hubieran pasado décadas desde su muerte-, inaugurar un monumento público, una victoria militar, en honor al emperador o a su familia y, sobre todo, ganar el favor de la gente, puesto que quien lo consiguiera podría asegurarse un mayor número de votos para llegar a ostentar un cargo público de importancia.
El equipamiento del gladiador
Cualquier persona podía convertirse en gladiador, aunque esto suponía caer en la infamia, cosa que realmente a la gente de a pie probablemente traía sin cuidado. Se calcula que más de la mitad de los gladiadores eran esclavos, aunque había algunos hombres libres y los menos eran los nobles. Incluso había mujeres que luchaban en la arena, aunque eran una rara excepción.
Una lucha de gladiadores era todo un espectáculo, el objetivo era divertir, no la muerte del contrincante, aunque por supuesto esto último estaba implícito, ya fuese por ser el final predeterminado -lo cual solo sucedió en algunos periodos- o como accidente, recordemos que las armas eran reales y una herida en la antigüedad podía ser un tremendo problema si no se atendía de la forma adecuada.
Para ganar, esquivar la muerte y dar espectáculo, un gladiador debía ir convenientemente equipado con diversos elementos:
- Galea, el casco que podía ir con o sin visera, con o sin penacho, a veces con plumas, a veces con otras decoraciones. Este, junto al escudo y las armas ofensivas, era lo que distinguía a unos gladiadores de otros.
- Armas ofensivas: hasta o lanza; pugio, spatha, gladius, sica, pugio, todas ellas armas de metal con filo; pero también otras como la fuscina que era el tridente del retiaro, además de la reta o red.
- Armas defensivas: scutum, aspis y parma eran los tipos de escudos, el nombre dependía del tamaño, la forma y la fabricación; ocrea, una especie de espinillera que protegía los miembros inferiores; manica, lo mismo para los miembros superiores; galerus, una especie de placa metálica trabajada que se elevaba sobre el hombro del retiarius y protegía el cuello y la cabeza.
- Vestimenta: subligaculum o taparrabos; balteus o cinturón ancho; cardiophylax o pectoral metálico.
¿Quién es quién en la arena?
Es complicado distinguir qué tipo de gladiador era cada uno. Teniendo en cuenta que la gladiatura se mantuvo en activo desde el siglo III a. C. hasta el siglo V d. C. (¡¡¡8 siglos!!!) podemos imaginar que las modas fueron cambiando con el paso del tiempo y también hay que tener en cuenta que los gustos locales tendrían mucho que decir a la hora de vestir a los luchadores de la arena, pero tradicionalmente, gracias a las fuentes y a la iconografía, se han podido identificar unos cuantos gladiadores “normalizados”, que son los que generalmente vemos en los museos representados en mosaicos, lucernas, jarritas y otro tipo de souvenirs.
El hoplomachus, su nombre deriva de hoplon, nombre de la panoplia del guerrero hoplita, porque su equipamiento era muy similar al de estos soldados griegos: llevaba subligaculum y balteus -taparrabos y cinturón ancho-. Ocreae -espinilleras- altas hasta el muslo en ambas piernas, bajo ellas acolchados para evitar las rozaduras, galea -yelmo- decorado con plumas y cresta, espada corta y recta, hasta y aspis redondo y pequeño, manica en el lado contrario a donde llevase el escudo -en este caso y en los siguientes, la situación de algunos de los elementos dependía de si el gladiador era zurdo o diestro-.
El thraex (o tracio) vestía como los soldados tracios. Parmula -pequeño escudo- cuadrada, pequeña y convexa; una manica, ocreae altas que a menudo aparecen decoradas y que llegaban hasta la rodilla; sica -espada, corta y curvada-; galea con plumas y coronada por una cresta terminada grifo.
El secutor o contraretiarius. Gladius y scutum rectangular largo, ambas armas eran las típicas de los legionarios. Una ocrea, galea pequeña y redonda y completamente cerrada, lisa, sin elementos que sobresaliesen para que no se enganchase en la red del retiarius, uno de sus oponentes.
El retiarius era muy característico, odiado por algunos y amado por otros, era un tipo de gladiador muy conocido que no dejaba indiferente a los romanos. Llevaba fuscina -tridente-, reta y un cuchillo en el cinturón –pugio-. Subligaculum y balteus, además de una manica.
El murmillo o myrmillo obtuvo su nombre de un pez marino. Llevaba subligaculum, manica, ocrea corta -solo una-, galea con visera y cresta angular adornada con plumas y a veces con crin de caballo, scutum -escudo rectangular curvo de gran tamaño-, gladius –espada corta que da el nombre a los gladiadores-.
Provocator con subligaculum, ocrea, galea con visera y sin cresta, escudo rectangular curvo y cardiophylax para proteger su pecho. Solía enfrentarse contra otros provocatores.
El Scissor portaba una galea similar al del secutor. Su mano izquierda iba introducida en una funda que le llegaba hasta el codo y que terminaba en una afilada pieza de metal en forma de media luna que podía lacerar la carne de su oponente con una tremenda facilidad.
Crupellarius. Son más fácilmente visibles en la arena de finales del Imperio, aunque parece que están basados en los guerreros de la Galia Lugdunensis, que cayó en el año 21 d. C. Llevaban armaduras de placas de hierro que eran impenetrables a las jabalinas y espadas, pero esta potente defensa también los hacía muy pesados y lentos, además de contar con una visión bastante reducida. Una vez que caían al suelo, estaban perdidos. La galea era de grandes dimensiones, con numerosas aberturas de ventilación y en la parte frontal se proyectaba la nariz para facilitar la respiración y la entrada de aire fresco.
El Sagitarius luchaba con un arco compuesto complejo y flechas. Lleva un casco cónico y una armadura de escamas. Eran certeros atacando desde la distancia pero eran presa fácil en el combate cuerpo a cuerpo.
Estos tres últimos gladiadores eran casos extraños, pero tenemos referencias sobre ellos en relieves procedentes sobre todo de Oriente.
Comienza el espectáculo
La forma de luchar de los gladiadores era muy importante. Cada uno, debido al peso de su equipamiento, tenía una técnica y como el objetivo era dar espectáculo de nada servía una lucha entre dos contrincantes desequilibrados en cuanto a su armamento.
Antes de comenzar, el armamento era comprobado por el editor -la probatio armorum-. Un munus “normalizado” tenía un total de veinte parejas de gladiadores luchando -no todas al mismo tiempo- y el público participaba activamente durante todo el proceso. Una lucha no tenía por qué terminar en muerte, si ambos luchaban correctamente y eran del gusto de los espectadores y del editor podían recibir la missio, pero si su lucha era penosa o poco interesante ambos podían perire (morir), aunque lo normal es que uno de ellos consiguiese ser vencedor. No siempre los munera fueron a muerte, emperadores como Augusto o Nerón lo prohibieron, por ejemplo. Y no a todo el mundo le gustaban estas celebraciones, recordemos la repulsa que sentía por ellos el emperador Tiberio.
Los enfrentamientos más celebrados y por tanto considerados como favoritos eran los de:
- Hoplomachus vs. thraex o murmillo.
- Thraex vs. hoplomachus, murmillo u otro thraex.
- Secutor vs. retiarius
- Murmillo vs. thraex u hoplomachus
- Provocator vs. provocator
- Scissor vs. arbelas o retiarius.
El gladiador que vencía y sobrevivía obtenía como premios no solo el honor y la gloria, sino también la palma de la victoria y generosas cantidades de dinero. En cambio, aquellos que perdían la vida salían por la puerta de Libitina, la diosa de la muerte –Porta Libitinensis-, no sin antes haberse comprobado su muerte de forma efectiva. En el spoliarium se le despojaba de su equipamiento y se les entregaba el cuerpo a sus familiares para el entierro.
La vida del gladiador
Todos los gladiadores pertenecían a un ludus, que era el lugar donde eran adiestrados, no solo físicamente, también psicológicamente. En ellos convivían todos gladiadores juntos y forjaban lazos de amistad que se conocían como familia gladiatoria. Esto suponía un peligro puesto que un gladiador podía tener que enfrentarse a su amigo de ludus y familia, pero los lazos llegaban a ser tan fuertes que incluso la familia se encargaba de dar sepultura a sus gladiadores caídos.
Al frente del ludus estaba el lanista, que era el dueño o el gestor -en el caso de que el ludus perteneciese a otra persona como el emperador-. El lanista era quien comerciaba con los gladiadores que tenía bajo su cargo y realmente se le consideraba una especie de “tratante de carne”. Un gladiador debía total obediencia a su lanista y a su ludus y esta comenzaba en el momento de formular el famoso juramento gladiatorio: uri, vinciri, verberari, ferroque necari -ser quemado, atado, golpeado y muerto a hierro-.
Un gladiador era un producto muy caro así que, fuese esclavo o libre, era mimado y cuidado en el ludus con una alimentación específica, basada en cereales, que proporcionaba grasa, que envolvía los músculos y huesos evitando así que las heridas fuesen mortales. También recibía masajes, cuidados médicos y -aunque cueste creerlo- vivían en el ludus de forma libre, pudiendo entrar y salir, tener mujer, hijos, e incluso ¡recibiendo una paga! Muchos de ellos, además, sabían leer y escribir.
Aunque sabemos por las necrópolis que solían morir jóvenes, desconocemos el porcentaje de ellos que sobrevivían y recibían la rudis -espada de madera que simbolizaba su libertad- puesto que los gladiadores veteranos y que abandonaban su ludus ya no tenían el honor de ser enterrados en la necrópolis de sus colegas que seguían en activo en el momento de la muerte. Algunos de ellos -que no conocían otro modo de vida- permanecían en su ludus como doctor, adiestrando a los gladiadores, otros en cambio se enrolaban en el ejército y los había que incluso rehacían su vida en trabajos que nada tenían que ver con su antigua forma de vida, muriendo ya ancianos.
María Engracia Muñoz-Santos – Historiadora y arqueóloga
Ahora que conoces mejor los secretos de uno de los espectáculos más famosos de la antigua Roma, ¿Te unes a nuestra familia gladiatoria?
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Para saber más:
AUGUET, R. Crueldad y civilización: os juegos romanos, publicado por varias editoriales.
LILLO, F. Gladiadores, mito y realidad, ed. Evohé Didaska.
MATYSZAK, P. Gladiador. El manual del guerrero romano, ed. Akal
NOSSOV, K. Gladiadores: El espectáculo más sanguinario de Roma, ed. Libsa.
Muy interesante y completa información acerca de los gladiadores. Geniales las ilustraciones, me quedo con varios diseños para comprar las camisetas.
E.xcelente la información vertida. Muy clara la información. No se puede pedir más.